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JUAN CARLOS CASTAGNINO

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Pintor y dibujante argentino, nace en Mar del Plata en 1908; m. en 1972.
(GRAN PREMIO DE HONOR DEL SALON NACIONAL AÑO 1961) Egresa de la Escuela Superior de Bellas Artes Ernesto de la Cárcova completando su formación con Spilimbergo, Victorica, Gómez Cornet y, en París, con Bracque, Picasso y André Lothe. Realizó variadas actividades vinculadas con la cultura tanto desde cargos oficiales como desde la actividad privada. Ha recibido importantes premios en el país y en el exterior, entre los que se destacan: Premio Especial al dibujo en la Bienal de México (1962), Medalla de Honor en pintura de la Feria Internacional de Bruselas y en el Salón Internacional de Saigón (1962-1963).Su obra figura en numerosos museos de arte y en importantes colecciones particulares.

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" Castagnino centra su pintura en el hombre. Integra la figura humana en el paisaje, ennoblece la presencia de sus criaturas de carne y hueso,sin atemperarles demasiado la dureza del gesto con que las ha señalado la vida. Advertimos de pronto una serenidad "giacondesca " en algunos de sus retratos de mujeres de pueblo, cuyas manos repiten el gesto del cuadro de Leonardo. Gentes del norte, paisajes del Paraná o del Uruguay, orillas marplatenses, arrabales porteños: muchos y diversos ámbitos del país han dado a Castagnino tema para su interpretación entrañable.Su impronta nacional, sin embargo, no se alcanza por la sola virtud de su temática tan nuestra, sino, sobre todo, por una atmósfera, por un particular resplandor de los cielos, por un color que parece aprendido de la tierra.

Son de Castagnino esas barrancas rojizas junto a las aguas tendidas, con el agreste penacho de unas verdes matas. Le pertenecen esos caballos criollos de acarnerado perfil en la nerviosa cabeza, sueltas las crines, anchas las narices que husmean la libertad en el aire; la osamenta vacuna, blanqueada por el sol y el viento, bajo cuya cornamenta, en las órbitas desmesuradas, el pasto joven o el cardo amoratado recomienzan la vida; ciertas maternidades obreras, en las que la ternura lírica no debilita el impacto de la dolorosa y muda protesta; son, por fin, de este seres y cosas del pueblo, a los que él ha sabido acercarse con solidario fervor.

                  LEON BENAROS